Entre las verduras de hoja destacamos, por su valía, las de hojas verdes. El color verde de la hoja lo aporta la clorofila, el colorante verde de las plantas, se encuentra en todas sus células, dentro de los llamados cloroplastos. Estos permiten que el dióxido de carbono, al entrar en contacto con la luz, transforme el aire, la tierra y el agua en almidón (azúcares); durante este proceso la planta desprende oxígeno... es una reacción química maravillosa que se conoce con el nombre de fotosíntesis.
En esa transformación, compleja en extremo, se producen auténticos milagros. Las sustancias inorgánicas (dióxido de carbono y agua) se convierten en sustancias orgánicas (almidones). La energía solar se almacena, de tal manera que las sustancias incombustibles, anteriormente pobres en energía y nada aprovechables para el metabolismo, se transforman en productos combustibles, ricos en energía.
Con ello, la planta no sólo se constituye en parte importante de la alimentación por su alto valor energético, sino que también proporciona oxígeno a la atmósfera. Puede decirse que la clorofila es la "hemoglobina" de la vida vegetal. Se asemeja estructuralmente a la hemoglobina de la sangre, de la que se diferencia sólo por un átomo: magnesio en la hoja, hierro en la hemoglobina...
Entre los beneficios de consumir habitualmente verduras de hoja verde podemos destacar que por efecto de la clorofila, la respiración celular aumenta, el metabolismo celular se activa, mejoran las defensas, la resistencia y la capacidad regeneradora de la célula; el metabolismo funciona de manera más económica y los procesos naturales de curación se activan, se depura la sangre pues elimina residuos y toxinas del cuerpo; se frenan las infecciones y se crea un entorno hostil a la proliferación de las bacterias.
Desde el punto de vista energético los vegetales de hojas verdes físicamente afectan a la parte alta del cuerpo, en especial a los pulmones, el corazón y la garganta. Fomentan el aliento de la vida, oxigenan el cuerpo humano, iluminando las zonas oscuras del cuerpo y el alma. Además ayudan a pacificar la mente, la familia y el hogar.
Los vegetales de hoja crecen en una dirección centrífuga, y por lo tanto, energéticamente estimulan los procesos mentales de la imaginación, las ideas creativas, y el despertar espiritual. Aportan frescura a nuestros platos y a nuestra vida. Producen un efecto suave refrescante en el cuerpo (en especial la parte alta) y tienen tendencia a absorber grasa. Por lo general se preparan en cocciones rápidas, a veces bastan 1-2 minutos, y pueden prepararse mientras se terminan de hacer otros platos y es hora de sentarse a comer.
En esa transformación, compleja en extremo, se producen auténticos milagros. Las sustancias inorgánicas (dióxido de carbono y agua) se convierten en sustancias orgánicas (almidones). La energía solar se almacena, de tal manera que las sustancias incombustibles, anteriormente pobres en energía y nada aprovechables para el metabolismo, se transforman en productos combustibles, ricos en energía.
Con ello, la planta no sólo se constituye en parte importante de la alimentación por su alto valor energético, sino que también proporciona oxígeno a la atmósfera. Puede decirse que la clorofila es la "hemoglobina" de la vida vegetal. Se asemeja estructuralmente a la hemoglobina de la sangre, de la que se diferencia sólo por un átomo: magnesio en la hoja, hierro en la hemoglobina...
Entre los beneficios de consumir habitualmente verduras de hoja verde podemos destacar que por efecto de la clorofila, la respiración celular aumenta, el metabolismo celular se activa, mejoran las defensas, la resistencia y la capacidad regeneradora de la célula; el metabolismo funciona de manera más económica y los procesos naturales de curación se activan, se depura la sangre pues elimina residuos y toxinas del cuerpo; se frenan las infecciones y se crea un entorno hostil a la proliferación de las bacterias.
Desde el punto de vista energético los vegetales de hojas verdes físicamente afectan a la parte alta del cuerpo, en especial a los pulmones, el corazón y la garganta. Fomentan el aliento de la vida, oxigenan el cuerpo humano, iluminando las zonas oscuras del cuerpo y el alma. Además ayudan a pacificar la mente, la familia y el hogar.
Los vegetales de hoja crecen en una dirección centrífuga, y por lo tanto, energéticamente estimulan los procesos mentales de la imaginación, las ideas creativas, y el despertar espiritual. Aportan frescura a nuestros platos y a nuestra vida. Producen un efecto suave refrescante en el cuerpo (en especial la parte alta) y tienen tendencia a absorber grasa. Por lo general se preparan en cocciones rápidas, a veces bastan 1-2 minutos, y pueden prepararse mientras se terminan de hacer otros platos y es hora de sentarse a comer.
Las verduras de hoja verde pueden clasificarse según su estructura en las siguientes:
Hojas de estructura amplia: con hojas anchas, como la lechuga romana, los cardos y el bok choy. De sabor dulce o ligeramente amargo producen el efecto más frío en el cuerpo (son muy beneficiosos para la gente que siente exceso de calor en la zona del pecho).
Hojas con estructura aserrada: como las hojas de mostaza, de col rizada, escarola, hojas de nabo y todas las hojas de borde ondulado. Su sabor es más amargo y su efecto más seco en el cuerpo. Son especialmente beneficiosas para liberar el exceso de mocos y agua de la parte alta del cuerpo.
Hojas apretadamente aserradas: se incluyen aquí las hojas de zanahoria, de diente de león, de achicoria, de berro. Son las hojas más amargas, y sus efectos son fríos y secos. El uso de aceite en su preparación las equilibrará haciéndolas un poco más cálidas y menos secas.
Hojas derechas y suaves: como las hojas de cebolleta, cebollino y puerro. Tienen un gusto picante o acre, y sus propiedades energéticas son de enfriar y dispersar hacia afuera.
(Fuentes: "La cocina de Aveline" por Aveline Kushi y Alex Jack, "La energía de los alimentos" - desconozco el autor)
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