lunes, 13 de junio de 2011

Lo que tú me das.

LO QUE TÚ ME DAS.

Soy un poco diferente, mi cuerpo es más frágil que el de otros, necesita de más cuidados, de más respeto y de más atención. También es un cuerpo sabio, sabe darme señales cuando algo no va bien, cuando algo no es adecuado para él. Y me habla con su lenguaje especial, y yo aprendo poco a poco a escucharlo, y me cuesta ir entendiéndole, pero me esfuerzo, y me ha enseñado muchas cosas: me habla de mi corazón, de cuando está herido o cuando ha olvidado a alguien importante, me habla de mis fuerzas, de cómo gestionarlas para lo esencial, de que a veces menos puede ser más, me habla de mi interior, me enseña a escuchar el mundo desde adentro, con todo mi ser, me ayuda a descubrir mi esencia, a respetarme. Me dice que soy diferente por algo, que tiene algún sentido, que quizás, lo que yo tengo que ofrecer al mundo es a través de mis propias diferencias.

Pero a veces, cuando me cuesta estar en sintonía, me resisto, me comparo con los otros y quedo en desventaja y a veces, pienso que soy una carga para mis seres queridos. Y entonces sufro con mis pensamientos. Y hasta incluso a veces pienso que jamás podré devolverles a ellos todo el amor que me dieron, todos sus cuidados, y por eso me resisto a pedirles más ayuda, a decirles que en cierto momento necesito un poco más de su compañía, de su atención. Y entonces estoy triste y no puedo llevarles mi alegría, mi sonrisa o mis ilusiones. Y ellos que se dan cuenta también sufren por mí y también están tristes, y se quedan impotentes porque yo misma les impido ser generosos y acercarse a mí. Y entonces me siento aislada, no puedo conectarme y no puedo conectar con los demás porque me resisto a vibrar en el amor.

Sin embargo, otras veces, puedo estar en sintonía con la vida tal y como es. Puedo aceptar que mi destino es el que es, sin querer cambiar nada y entonces me doy cuenta de la suerte que tengo. Porque mi cuerpo diferente me ha enseñado una sabiduría que antes me era desconocida, y que con mis diferencias me he convertido en un ser especial con mucho amor para dar a los demás. Y que puedo ofrecerles quizá una visión distinta del mundo, enseñarles un ritmo diferente para las cosas, a apreciar las cosas sencillas de cada día, a estar más unidos, a dar las gracias por cada nuevo día, a enseñarles que en cualquier circunstancia podemos encontrar ilusiones, que siempre podemos compartir las risas, los abrazos, y les hago ricos y generosos cuando pido su ayuda y me comparto, cuando les permito acercarse a mi vulnerabilidad y mi humanidad porque así saben que ellos también pueden ser vulnerables y yo no voy a juzgarlos, cuando les muestro, que el mundo tal y como es está bien porque lo que desde fuera podríamos juzgar como difícil para la persona que lo vive quizás es un regalo. Un regalo de aprendizaje para la vida.

Y en un momento de oscuridad le pedí a Manuel que me explicase por qué un hombre sano, fuerte, inteligente y con tantos recursos había elegido una mujer como yo que no podía devolver al mismo ritmo en el intercambio de la pareja. Él se resistió a esa idea diciéndome que para él el intercambio era totalmente equilibrado. Entonces me escribió una lista muy larga con todas las cosas que yo le doy a él. Me emocioné cuando leí que lo más valioso que yo le doy es ser yo misma, y permitirle a él ver el mundo a través de mis ojos, y compartirme con él en mis debilidades, en mis miedos, en mis ilusiones, mi felicidad y mis sonrisas, que gracias a eso se había convertido en una persona más buena.

Y entonces entendí muchas cosas porque pensé en las personas que amo y me di cuenta que lo más valioso que me han dado es permitirme ser parte de su mundo, compartiendo con ellas lo agradable y lo difícil de la vida, y haciéndome sentir que yo tengo un lugar, que tengo un sentido. Y también pensé en los amigos que han pasado por mi vida que también, como yo, tienen un cuerpo diferente que necesita de muchos cuidados. Y entonces me di cuenta que esas personas me han hecho el grandísimo regalo de compartirse, enseñándome que hay mil formas diferentes de vivir, de ser feliz, celebrando sus pequeñas o grandes conquistas, mostrándome su luz especial y su fuerza ante las dificultades. Ellas me han hecho una persona mejor, más fuerte y tolerante y con una visión de la vida más amplia. Son personas cuya sonrisa podría iluminar cualquier corazón.

Así con estos pensamientos me siento en paz, conectada con todo y con todos y feliz con mi destino. Gracias a todos por estar ahí y formar parte de mi vida. Gracias también a mis amigas Agurtzane, MariPaz y Ana Isabel por ser también mis maestras y mis compañeras de viaje. Por supuesto a mis padres que son la fuente de mi vida.

Y especialmente gracias a Manuel.


/Raquel.







5 comentarios:

Manuel Couceiro dijo...

Muchas gracias gracias a ti. Creo que cualquiera que te conozca sabrá que esa lista fue muy fácil de escribir y que yo tengo muchísimo que agradecerte. Me ha encantado leer que tú has visto lo que das a los demás. Te quiero.
/Manuel

Noemí dijo...

Que buena receta pusiste Raquel, combinación perfecta de realidad y belleza. Parece que cuentas con buena materia prima.

Un fuertísimo abrazo.

Manuel Couceiro dijo...

Ya en tu día te lo puse en el blog, pero lo traigo aquí para que sea una respuesta más a tu entrada:
Me has dado

Te quiero, mi vida.
/Manuel

Anónimo dijo...

... y gracias a ti, Raquel, por existir. Cómo siempre tus palabras me llegan al alma y me tocan el corazón. Un abrazo, Judit.

Anónimo dijo...

Me encantó lo que escribiste. La belleza emana del corazón... Lo que nos iguala a todos es que en ese pequeño músculo tenemos una chispa divina que nos hace simplemente maravillosos a cada uno de nosotros. Namasté. Beatriz