lunes, 22 de febrero de 2010

I Congreso internacional de macrobiótica mediterránea

I CONGRESO INTERNACIONAL
de
MACROBIÓTICA MEDITERRÁNEA



Más información AQUÍ.



Breve historia de la macrobiótica

La macrobiótica busca el equilibrio físico y mental a través de la dieta. Pero ¿cómo surge esta forma de alimentación? Para comprender este concepto de forma integral hemos comenzado por el significado etimológico de la palabra, haciendo un repaso por la historia y centrando la atención en los principales alimentos de esta dieta.

La raíz del término Macrobiótica se halla en las palabras griegas y sánscritas: «Makros» que significa «grande». «Maka» que expresa «maravillosa». Biótica que proviene de «Bios» , que quiere decir «vida» y denota una manera de vivir. Resumiendo: Vivir un estilo de vida ordenado, responsable, equilibrado que nos permita alcanzar la longevidad con salud.

El primer registro conocido del vocablo Macrobiótica se encuentra en el ensayo del griego Hipócrates, ensalzado El Grande, originario de Cos, titulado «Aire, agua y lugares» datado hace unos 2.400 años, donde lo emplea para referirse a las personas longevas y sanas. Este inconmensurable sanador, cuya terapéutica concede un papel primordial a la dietética, es tenido por el padre de la medicina occidental, cuyos miembros todavía se gradúan universitariamente como médicos alopáticos recitando el juramento hipocrático.

En sus obras «Alimentos», y «Medicina y Tradiciones» declara lo siguiente:

• «Que tu alimento sea tu principal medicina».

• «El pan (describe con insistencia) se elaborará con granos que mantengan su envoltura, ya que contiene los nutrientes básicos que nos alejarán de las enfermedades». (Hoy correspondería al pan integral biológico.)

• «Para alimentarse de forma equilibrada y vivir en salud es preciso consumir cebada, avena y trigo», que eran los cereales más cultivados en los territorios gobernados por Grecia.

Hipócrates no cesa en toda su obra de orientarnos sobre la forma natural y equilibrada de alimentarse para vivir macrobióticamente.

Herodoto, Aristóteles, Galeno, Platón y otros clásicos también utilizaban la voz Macrobiótica para describir un estilo de vida responsable y sano que giraba alrededor de una dieta moderada, cuyo resultado era la mejora de la salud y el logro de la longevidad sin lacras físicas, mentales ni espirituales.

Durante siglos los pueblos se mantenían sanos y fuertes con los productos naturales que obtenían de sus campos o de las tierras cercanas, incluidas las plantas sanadoras, el agua pura y el aire ozonificado, rebosante de iones negativos. Todo ello apuntalado con sus creencias intelectuales, morales y espirituales. Quienes se alimentaban siguiendo el dicho: Come de todo un poco, con sosiego, masticando y ensalivando los alimentos, seguían los principios dietéticos de la Macrobiótica. El naturismo clásico con más de dos milenios a sus espaldas tiene una completa biblioteca de obras que tratan sobre alimentación humana, donde el espíritu macrobiótico ronda por doquier. Las advertencias dietéticas que Don Quijote de La Mancha propina a su escudero Sancho Panza las hace suyas cualquier naturópata macrobiótico.

Los estudios actuales consideran al japonés Ekken Kaibara (1630-1716), quizás el primer teórico naturista oriental que divulgó y, en parte sistematizó, la naturopatía de su tiempo y sentó las bases higienistas y filosóficas de lo que dos siglos después eclosionaría como Macrobiótica nipona. Kaibara viajó sin descanso (Ohsawa haría lo mismo). Escribió libros de botánica y herbología, de alimentación, de ética y moral sanadora, de masaje, presiones y ejercicios físicos, de geología y geografía haciendo hincapié en la descripción de zonas y lugares especialmente salutíferos. Con 83 años, en plena forma, publica, «Secretos japoneses de la buena salud». Se traduce al inglés inmediatamente. Kaibara escribe: «Tanto la enfermedad como la salud se las crea uno mismo». «Es lógico que quien sepa conservar la salud poseerá una condición orgánica potente, constitución a parte, capaz de vencer cualquier enfermedad durante una larga y gozosa vida», rememorando el multimilenario Tao Te Ching que anota: «La vida la tenemos en nuestras propias manos».

Hasta mediados del siglo XIX la dieta general de Japón era muy similar a la dieta Macrobiótica actual. Los lácteos eran desconocidos y los animales servían para las labores agrícolas, acarrear objetos, transportar personas... pero no por su carne. El consumo de pescado y verduras del mar formaba parte de la dieta normal japonesa. Para desgracia del pueblo nipón, el año 1883 se le retiró el apoyo oficial a la medicina naturista ancestral, tradicional, y se institucionalizó la importada medicina occidental, que en 1871 introdujeron los médicos-cirujanos alemanes.

El canon terapéutico de Hipócrates resiste los embates del tiempo hasta finales del siglo XIX. Precisamente, el año 1860 se publica en la ciudad alemana de Jena, la octava edición (la primera data de 1796) de la obra «Makrobiotik oder die Kunst, dass Menschliche Leben Zu verlängerer» («Macrobiótica, o el arte de prolongar la vida a los hombres»), del afamado y laureado sanador germano, Christophe Wilhelm Von Hufeland (1762-1836). Se tradujo a todos los idiomas dominantes, y por supuesto al japonés, al chino y al ruso. Fue médico personal de Goethe. Hufeland, a pesar de su eclecticismo terapéutico era hipocrático hasta la médula y no cabe la menor duda de que había leído la traducción inglesa del libro escrito por Kaibara, «Secretos japoneses de la buena salud». Ohsawa, en uno de sus viajes a Alemania, antes de escribir el «Zen Macrobiótico», se entrevistó con un descendiente de Hufeland para rendirle homenaje y recabar información (1957).

Rastreando el pasado japonés nos encontramos con un personaje fundamental que sentó los cimientos naturopáticos, higienistas y dietéticos que permitieron a Ohsawa levantar la formidable fortaleza de la Macrobiótica moderna. Nos referimos al sanador naturista y médico del ejército japonés, Sagen Ishizuka. Nació en 1860. Estudió medicina occidental y a los 28 años ejerce de médico militar. La vertiginosa y occidentalizada transformación de Japón estaba arrinconando el valiosísimo acerbo de la dietética tradicional y del naturismo ancestral.

Con 30 años se le agravan las molestias crónicas renales que padecía. Los tratamientos alopáticos no podían curarle. Con Hufeland y Kaibara en el corazón, y el bullicio que en el cerebro le ocasionaba la menospreciada tradición dietética de sus conciudadanos, decide revivirla y presentarla en forma científica. Elabora una dieta y la experimenta para curar su grave enfermedad renal. Elimina la carne y los lácteos. Se alimenta principalmente de arroz integral, pan integral, miso, rábano daikon, tofu, legumbres, hortalizas y verduras, frutos secos, pipas de girasol y de calabaza, semillas de sésamo, infusiones depurativas alcalinizantes...

Se recupera y acaba sanándose. Estudia Antropología y Química. Se empapa de la prensa científica occidental. En 1897, a la edad de 38 años publica su obra cumbre, «A Chemical Nutritional Theory of Long Life» («Una teoría dietético-química de la longevidad»), donde describe un sinfín de experimentos dietético-naturistas evaluados científicamente.

No ha transcurrido un año cuando pone a disposición del gran público una guía práctica sobre dieta que llegó a editarse 23 veces. Se trata del libro Shoku You (Alimento nutritivo). Su consulta, establecida en Tokio, se transformó en un lugar de peregrinaje donde acudían multitud de enfermos desahuciados para implorar que les visitase. Tuvo que limitar a cien el número de pacientes que atendía diariamente. Se hizo famoso más allá de sus fronteras.

Con el mayor afecto y agradecimiento nos aproximamos a la obra colosal y vida ejemplar de un hombre pacífico, de un ser humano espiritual, Nyoiti Sakurazawa, que al llegar a Europa tomó el sobrenombre o seudónimo de Georges Ohsawa con el que se le conoce mundialmente. Ohsawa nació en Kioto el 18 de octubre de 1893. Se queda huérfano -el padre los abandonó y la madre muere tuberculosa- a la edad de nueve años. Debe trabajar para vivir y tiene que cuidar a su hermano y a sus dos hermanas. También mueren tuberculosos. Ohsawa acaba enfermando de tuberculosis pulmonar e intestinal. Es declarado incurable por la medicina alopática oficial.

Lee el libro de Sagen Ishizuka y entra en contacto con él, convirtiéndose en su más fiel alumno y seguidor. Pone en práctica la dieta que le recomienda y se cura. Se une a la Shokuyo-Kai y escribe numerosos artículos para su revista. Al poco es elegido presidente de la Asociación. Inicia la publicación de los primeros libros, entre ellos una interesante biografía de su mentor, Sagen Ishizuka. Transcurren unos años y funda «El Instituto del Principio Unificador» y más tarde el definitivo «Centro Ignoramus», que hasta hace pocos años aún dirigía su inteligente e inquebrantable esposa, ya centenaria, Lima. Hasta la masiva aparición de libros de Ohsawa , eran muy pocas las obras japonesas que trataban sobre salud y dieta.

La primera mención del término Macrobiótica la utiliza Ohsawa en la posdata de la traducción japonesa que hace del libro de Alexis Carrel, «La incógnita del Hombre». Queda claro que después de Hipócrates y varios clásicos de la Antigüedad griega, y tras el alemán Hufeland, es Ohsawa quien le da pleno sentido a la palabra Macrobiótica. La emplea por primera vez en el texto de su popular obra «Macrobiótica Zen», publicada en inglés por el Centro Ignoramus de Japón en 1960.

En realidad Ohsawa cambió el Yin/Yang oriental bautizándolo por Macrobiótica. En 1920 llega a París y a pesar de las dificultades y obstáculos que tuvo que vencer logró, en sucesivas estancias, ganarse un buen puñado de amigos y simpatizantes. Introdujo el consumo de cereales y un montón de específicos y alimentos japoneses que enriquecieron la frágil dieta vegetariana. Dio a conocer en Europa, la técnica de los Bonsái, el Judo, los arreglos florales, la dígitopuntura, etc. Desde el punto de vista filosófico su descubrimiento de «La Espiral Logarítmica» es impagable.

Hasta su muerte en 1966, a la edad de 73 años, Ohsawa dedicó su vida entera a aproximar Oriente y Occidente utilizando la filosofía y la dietética. Difundió el estilo de vida macrobiótico con pasión predicando con el ejemplo. Dio unas 6.000 conferencias, seminarios y cursillos. Atendió a miles de enfermos en más de 30 países. Publicó cerca de 2.000 artículos y más de 300 volúmenes.

Sembró con rigor, pero generosamente, los granos de arroz de sus convicciones macrobióticas, que no eran otras que llevar al mayor número posible de seres humanos la libertad, la paz, la salud, la felicidad. Sus ideas movieron y siguen moviendo inversiones incalculables en numerosos campos relacionados con la alimentación.

Importancia de los cereales

Así pues, los cimientos nutricionales de la Macrobiótica actual, como defendía Hipócrates y millones de sanadores a lo largo de la historia, están constituidos por los cereales en grano integrales biológicos, es decir, obtenidos ecológicamente mediante maquinaria y técnicas agrarias limpias, no invasivas , respetuosas con la variopinta vida de la tierra y su medio ambiente, sin manipulación genética, ni pesticidas, herbicidas, abonos químicos, aguas contaminadas, etc.

Los cereales son los últimos vegetales en aparecer. Sus minúsculos granitos contienen la memoria genética de toda la diversidad vegetal que les precedió. En la cadena de la evolución animal acontecida durante millones de años, el hombre es el último en surgir. Nuestros genes son la síntesis de toda la diversidad genética animal que existe y existió.

Nuestro cráneo, nuestro cerebro, nuestra masa encefálica, nuestra constitución ósea, nuestra energía, nuestra inteligencia, espiritualidad, etc. están directamente condicionados por la calidad de los nutrientes cerealísticos que hemos ingerido. Los cereales propios de cada continente permitieron la aparición de diferentes civilizaciones: el arroz, el trigo, el mijo, el maíz, la avena, la cebada, el centeno, el alforfón, la quinoa, el amaranto... Gracias a ellos, y al ser el hombre omnívoro pudo derrotar al resto de los animales hostiles, adaptarse a los cambios climáticos y vicisitudes de la naturaleza y erigirse en el supremo dominador de la Tierra y ahora del espacio.

Cereales y Macrobiótica forman una entidad inseparable. Actualmente cada vez más personas se acercan a la macrobiótica buscando una nueva forma de vivir y alimentarse, de sentir y encontrarse, en una corriente de "lo natural" que emerge con fuerza en nuestro mundo desordenado. Son cada vez más los profesionales que se dedican a enseñar y profundizar en la dieta macrobiótica haciendo que evolucione para adaptarse a cada región, incluyendo así sus productos tradicionales y su sello propio. Así surge nuestra deliciosa dieta macrobiótica mediterránea con el sabor de la cocina de nuestras abuelas, a fuego lento, como las cosas buenas de la vida.

(Fuente principal: Revista Natural, Pedro Navarro Torrecillas - Experto en Macrobiótica)

domingo, 21 de febrero de 2010

¡La Crisálida en la televisión!

El programa "Espacio protegido" de Canal Sur2 de Andalucía, emitió el pasado sábado 20 de febrero un pequeño reportaje, dentro de su programa dedicado a "La moda de lo ecológico", de nuestro trabajo en La Crisálida. Podéis verlo aquí, deseo que lo disfrutéis...

viernes, 19 de febrero de 2010

José Luis Alcázar Crouse (febrero 2010)

Testimonio de José Luis Alcázar Crouse (febrero de 2010)

Como éramos jóvenes y teníamos una naturaleza más fuerte que la mayoría de los jóvenes de ahora nos curamos y limpiamos en pocos meses de todo tipo de depósitos tóxicos, tanto físicos, en forma de mocos, quistes de ovario, pequeños cálculos renales y poco más, como de tóxicos mentales, como la infinidad de formas de engaños con los que vivimos sin enterarnos que hacen que experimentemos todo tipo de dolores y sufrimientos, tanto individual como social y del medio ambiente.

Tuve 5 hijos de modo natural con mi pareja y nunca necesitamos usar medicamentos, vacunas ni medios violentos que se derivan del miedo ligado a la ignorancia. Lo violento quizá era intentar criar a mis hijos en este entorno social y no saber lo suficiente para cambiar la circunstancia. He de reconocer que ese no saber o ignorancia por parte mia, me hacía ser algo violento o rígido en raras ocasiones, aunque me arrepentía enseguida y aprendía a tener paciencia conmigo mismo y mis limitaciones y me proponía aprender más y hacer cosas para ver cómo mejorar el entorno social en el que vivía con mi pequeña tribu de niños.

Tanto mi pareja como yo conocíamos de primera mano el mundo sanitario. Yo fui enfermero en la mili y ella todavía trabaja de enfermera en centros oficiales ¡No sé cómo lo aguanta! Es su modo de ganar dinero. Yo me he dedicado a la construcción lo más ecológica posible y, cuando puedo, a aprender, entrenarme y enseñar macrobiótica, meditación y otras actividades de desarrollo humano.

Tras trece años de saludable vida familiar macrobiótica que nos protegía del entorno contaminado que nos rodea, nos separamos. Fue una circunstancia muy difícil y desafortunada, pero interpretamos que no podíamos estar auto protegiéndonos siempre, con los niños haciendo vida social en la escuela y sintiéndose algo raros porque los otros era muchos más y lo normal era comer helados, que les pincharan medicamentos y que les gritaran o pegaran sus padres, más o menos cotidianamente. A mi me afectaba mucho ser empresario de la construcción y ver que vida llevaban los hombres y en qué se gastaban el dinero para olvidarla. Yo quería ganar dinero suficiente para tener un centro de terapias y enseñanza y el dinero de la empresa se iba a bares, restaurantes y otras cosas contrarias a mis ideas. Interpretamos que debíamos aprender algunas lecciones más para dejar de ser medias naranjas y ser naranjas enteras…. No depender tanto una parte de la otra en la pareja y reconocer que dependíamos mucho más de todos los demás que son muchos más. Proteger más la sociedad que la pareja… Cosas así, difíciles de ver y entender, a pesar de que los divorcios son algo corriente.

El fuerte instinto que desarrolla la macrobiótica de convertir las circunstancias desfavorables en positivas me llevó a estudiar y entrenarme intensivamente en métodos de meditación y adiestramiento mental, con la inestimable ayuda de un maestro espiritual, el Ven. Lama Gueshe Tamding Gyatso con el que pasé conviviendo dos años en los que me trató como un hijo, además de sus enseñanzas, trasmisiones y ejemplo de estar a su lado cotidianamente. No le importaba mucho que yo fuera algo refractario al aspecto religioso budista o tradicional y sólo me interesara aprender lo que solucionaba el dolor y el sufrimiento y fuera práctico, osas que se arraigan inamoviblemente al hacer macrobiótica en serio. He de añadir que sin los conocimientos macrobióticos y ayuda de una comida adecuada a la meditación cuesta mucho avanzar y, por el contrario, con el poder del grano y saber usar la sal, el fuego, el agua, etc., que se aprende muy bien en macrobiótica, la concentración y la realización se acelera enormemente, según la urgencia.

A los dos años de estar entrenándome pareció que ya estaba preparado para volver al mundo. Me fui a Londres con el deseo de seguir estudiando en inglés, pues hay mucho más editado en ese idioma que no domino bien. Estuve trabajando en casa de José María Cano, de grupo Mecano, cuando Penélope Cruz estaba con Nacho Cano y José María componía una ópera pop. Llegué el 24 de diciembre, Nochebuena, y cené con ellos 3 y la cocinera, que era una compañera budista con la que compartí maestro y varios meses de convivencia junto al lama. En los meses que estuve pude experimentar y observar desde muy cerca el sufrimiento de los ricos y famosos y también mi reacción tras pasar esos dos años con mi maestro. Más que estudiar en inglés, como era mi idea de partida, fue un aprendizaje práctico y directo, muy macrobiótico, vivencial. No voy a exponer conclusiones aquí.

Siguiendo ese aprendizaje muy práctico, regresé a Menorca de paso y luego a casa de mis padres, a los que no veía mucho desde hacía años. Al poco tiempo murió mi padre de un infarto y pude seguir viendo los efectos positivos del entrenamiento espiritual que recibí, en pocas semanas murió una prima cercana con la que compartí mi infancia y algunos meses después murió mi hija mayor…. En fin. Me quedó claro del todo la utilidad del entrenamiento espiritual pues no viví nada de eso con dolor ni sufrimiento y pude ayudar a superarlo a los que me rodeaban, mi madre, hermana y otros.

Cuando murió mi hija ya estaba en Huesca, adonde me fui tras equilibrarse el duelo por mi padre. Me fui a ayudar a reconstruir una antigua aldea cercana al monasterio de Panillo y estuve enseñando macrobiótica y meditación y ayudando a mucha gente que fue viniendo. Tras muchos años enseñando y tratando de ayudar a mejorar la salud y el sufrimiento de mucha gente, en esa pequeña aldea apartada y solitaria vi que tenía resultados mucho más positivos y rápidos, a pesar de no tener cerca las comodidades urbanas.. o gracias a ello. Ello impulsó la idea de hacer un pueblo macrobiótico, un sitio para vivir y trabajar en macrobiótica y temas afines (Meditación, agricultura, arte, terapias naturales, oficios, composición de textos, videos… Una gran variedad de posibilidades complementarias entre varios vecinos y socios con una vocación similar y diversas habilidades y artes).

Estuve buscando y encontré Aguinaliu como sitio idóneo. Compré algunas casas y solares y volví a crear una empresa de construcción para capitalizar el proyecto. Hace unos años me hubiera ido directamente a vivir y hacer todo con mis manos, pero apareció mi madre muy enferma, con cáncer y muchos fuertes dolores e insuficiencias que los médicos ya no le conseguían paliar con medicamentos. La estuve tratando varios meses, hasta no necesitar ningún medicamento ni tener dolores. Aunque hubiera necesitado dos años más de dieta, estudio y entrenamiento para ser una mujer saludable, se quiso volver a su casa a cuidar de su hija, mi hermana, con otros problemas complicados, y ya no pude hacer más. Luego acabaron viniendo a vivir todos aquí, pero no venían a ponerse bajo tutela y protección macrobiótica y tampoco pude evitar que mi madre acabara muriendo de cáncer. No se puede hacer a la fuerza o sin que te pidan consejo o enseñanzas, aunque sea tu familia. Esa es una de las mayores dificultades para quien necesita y desea aprender y practicar macrobiótica. Si no lo entienden ni lo aprecian o tiene mucho miedo a cambiar de hábitos, o… He aprendido a ocuparme de quienes desean aprender y desarrollarse a si mismos como si fueran mi familia y respetar los deseos y ritmos de todos, aunque ello suponga experimentar enfermedades y sea mi familia de sangre.

De lo anecdótico, tipo sanaciones macrobióticas de diversas dolencias, podría contar muchas en más de 30 años de vivencia, cáncer, sida, artrosis, alergias, asmas… Pero eso son solo síntomas que han mejorado o desaparecido. Si no he participado en que alguien cambié radicalmente su vida por haberse librado de la ignorancia de si mismo no me satisface especialmente. Me da mucha más satisfacción los que han hecho esa revolución interior que les hace sentirse agradecidos a todo, incluidos su cáncer o lo que sea, como veo en el testimonio de la autora de este blog. Estas personas no solo se sanan a si mismas si no que son una bendición para este desquiciado mundo.

Por lo menos, me queda una lección por aprender. Nunca he podido ganar dinero con la macrobiótica. Cuando monto empresas para capitalizar proyectos macrobióticos acabo cansado y la mayoría del dinero se va en la misma empresa y consumos caprichosos y secundarios. Voy para 54 años y, aunque sigo deseando que se haga y trabajar en una empresa como el proyecto de pueblo macrobiótico, no tengo el impulso, ni atrevimiento ni el deseo de hacerlo en solitario… ¿Para qué quiero un pueblo yo solo? Espero que aparezca gente más joven a la que transmitir mis conocimientos y la confianza que da la experiencia a la vez que se realizan y desarrollan desarrollando el proyecto.

Un fuerte abrazo.

/José Luis Alcázar Crouse.

CONTACTO:

Tel: 699971375
Mail: jlalcazar.macrobiotica@gmail.com
jlgev@hotmail.com

jueves, 18 de febrero de 2010

La pirámide macrobiótica



La pirámide macrobiótica nos ayuda a organizar nuestros menús diarios, semanales y mensuales. En este dibujo "consumo diario" significa que debemos consumir esos alimentos todos los días, "consumo semanal" significa de 1 a 3 veces por semana y "consumo ocasional" significa de 1 a 3 veces por mes. Esto es sólo una guía orientativa, es decir, si una semana comemos pescado 4 veces por ejemplo no significa que estemos haciendo mal, simplemente compensamos con otra semana que comemos un poco menos y no pasa nada.

Es importante saber elaborar menús equibrados, pues los alimentos hay que tomarlos en un conjunto armónico que nos suministren todos los nutrientes esenciales, el equibrio energético y de texturas y sabores que el cuerpo necesita. Así nuestras comidas serán satisfactorias, placenteras y nos llenarán de vitalidad. Es decir, no con tomar alimentos sanos estamos haciendo una alimentación sana y aquí pondré un ejemplo sencillo: la fruta es un alimento sano pero si tomamos 3kg de fruta diaria, que es un exceso, nuestro cuerpo va a caer en deficiencias de minerales y en un enfriamiento interno que nos hará más vulnerables a virus e infecciones. Así los alimentos nunca son en sí malos o buenos, sino que nos proporcionan salud en la medida en que los tomamos en las proporciones adecuadas (que dicho sea de paso no tienen por qué ser las mismas en todas las personas ni en todos los rangos de edad por eso hago hincapié en que la pirámide es orientativa para personas adultas sanas).

Cabe destacar en esta pirámide, si la comparamos con la pirámide mediterránea recomendada en nuestra sociedad actual como modelo alimenticio algunos puntos muy interesantes:

  • En las dos pirámides la base de la alimentación humana se sustenta en los cereales integrales como alimento principal. Es decir arroz, quinoa, mijo, amaranto, trigo, cebada, avena, trigo sarraceno y maíz como cereales en grano y sus derivados en forma de pan, harinas, pastas, bulgur, cuscús, sémolas y cereales refinados es decir, la versión "blanca". Es para reflexionar que en la dieta moderna estos alimentos aparecen solamente en el plato alguna vez a la semana en su versión refinado, como el arroz blanco, la pasta de trigo blanca, o el pan blanco y en muchos casos como decoración del plato principal de carne o pescado. Cuando en nuestra sociedad moderna decimos que hacemos una dieta mediterránea se nos está olvidando lo principal ¡los cereales! que además han sido la base de la alimentación humana durante toda la historia de la humanidad por miles de años. Aquí la dieta macrobiótica recupera lo esencial de una dieta con sentido.
  • Legumbres y verduras a diario como aporte principal de proteínas (las legumbres) y vitaminas, minerales y fibra (las verduras). Las legumbres aunque no son alimentos que constituyan proteínas completas (pues algunas carecen de algunos aminoácidos esenciales) se completan con las proteínas de los cereales integrales formando un equipo que proporciona hidratos de carbono de buena calidad (en los cereales) y proteínas completas fáciles de asimilar por el cuerpo sin ninguno de los inconvenientes de las proteínas animales. Por eso son la propuesta para comer en salud, y si pensamos un poco así fue la alimentación humana hasta la era moderna: cereales+legumbres+verduras. Así comieron hasta la generación de nuestros abuelos en las zonas rurales no hace tantos años. El consumo exagerado de productos animales en nuestros días es la razón principal de muchas de las enfermedades de nuestra sociedad moderna. Volvamos a los orígenes, a una alimentación un poco más vegetariana, más ecológica y sostenible, más respetuosa con el medio ambiente y ¡mucho más sana!
  • Algas marinas que son las verduras del mar. Las algas son ricas en minerales de buena calidad (calcio, magnesio, fósforo, zinc y más) y que el cuerpo necesita para su buen funcionamiento. Su consumo regular satisface todas nuestras necesidades sin tener que recurrir a otras fuentes más dudosas como los lácteos (Por cierto las vacas toman el calcio de la hierba verde y fresca y no necesitan mamar de otras vacas). Nos puede parecer chocante o alejado de nuestra cultura culinaria el uso de algas pero si estudiamos un poco la historia de las algas encontramos que fueron consumidas en europa desde tiempos antiguos: los romanos, los celtas, los vikingos, los franceses y hasta en España se consumieron algas de la costa cantábrica ¡pero lo hemos olvidado! Las algas son los tesoros del mar y los tesoros de nuestra mesa. En la actualidad se comercializan algas locales de nuestra costa cantábrica y pueden encontrarse fácilmente en los comercios.
  • Dulces naturales algunas veces por semana. Para darnos un capricho rico y delicioso y sobre todo para los más golosos podemos elaborar dulces a base de frutas secas o frescas, zumos de frutas, siropes de cereales (conseguidos por la hidrólisis de las largas cadenas de hidratos de carbono del arroz, el trigo, la cebada...), el amasake (un puré conseguido con arroz fermentado que vuelve locos a los niños), las leches vegetales dulzonas como la de arroz o avena, y la algarroba como sustituto sin excitantes del cacao. Las opciones son muchas y los postres deliciosos, con la ventaja de que no engordan, no perjudican nuestro páncreas haciéndonos más propensos a la creciente diabetes, no debilitan nuestros dientes y huesos, y no producen acidez. El consumo de azúcar conlleva todos los inconvenientes antes mencionados y aunque en la pirámide mediterránea se sugiere como alimento de algunas veces por semana reconozcamos que en la dieta moderna su consumo es diario y extenso.
  • Pescado varias veces por semana. El pescado es de todos los alimentos animales el más saludable por su menor contenido graso y por su importante aporte de ácidos grasos esenciales (los famosos w3 y w6), así como vitamina D entre otras bondades. Aunque estos nutrientes importantes podemos conseguirlos de otras fuentes (como por ejemplo las semillas de calabaza, girasol, sésamo o lino ricas en ácidos grasos w3 y w6, o los alimentos fermentados como el miso, la salsa de soja y los encurtidos de verduras ricos en vitaminas del grupo B y D), lo que significaría que es posible hacer una dieta pura vegetariana sana y sin carencias, la opción del vegetarianismo puro es individual y opcional y la propuesta de consumo de pescado para los que no la eligen es de 1-3 veces por semana.
  • Semillas de calabaza, sésamo, girasol y lino principalmente, y sus aceites, y otras más ocasionalmente como las de amapola, nos proveen de la cantidad de ácidos grasos esenciales que necesita nuestro cuerpo para su buen funcionamiento. Por eso su consumo recomendado es de unas 3 cucharadas por día, alegrando nuestras ensaladas, purés, como decoración en cereales, como tentempié de media mañana, o integradas en salsas y aliños.
  • Frutos secos varias veces por semana o a diario en pequeña cantidad como aporte principal de grasas de buena calidad. Nos referimos a almendras, nueces, avellanas, cacahuetes y con menor frecuencia otras como pistachos y nueces pacanas. También podemos consumir frutos secos en forma de pastas para untar, como son la "mantequilla de cacahuete" o "la crema de almendras" que resultan deliciosas integradas en salsas y postres o directamente sobre el pan.
  • Frutas frescas varias veces por semana. Podemos tomarlas crudas o cocinadas en compotas, al horno, integradas en postres, de todas formas resultan deliciosas. Las frutas son ricas en azúcares simples que pasan muy rápido a la sangre y se convierten rápidamente en grasa por acción de la insulina y el páncreas. Los azúcares que más nos interesan porque evitamos este efecto indeseable son los polisacáridos que nos aportan los cereales integrales. También son ricas en vitaminas y fibra pero estos nutrientes podemos conseguirlos a su vez de las verduras ligeramente cocinadas o crudas. En fin, que la fruta en sí es prescincible en una dieta saludable pues no aporta nada que no podamos conseguir de otras fuentes. Con esto no quiero decir que haya que dejar de tomar fruta, que además nos refrescará cuando haga calor, nos hidratará y siempre es un placer su consumo. Pero como todos los alimentos en exceso puede resultar perjudicial, en el caso de las frutas producen un clima ácido en la sangre que deviene en desmineralización de dientes y huesos, también se transformas rápidamente sus azúcares en grasa, por lo que no recomendamos un consumo excesivo y diario. En realidad en la Naturaleza y en ciertas estaciones del año (como el otoño o el invierno) la huerta no nos ofrece apenas frutas, sólo en el verano cuando el cuerpo necesita enfriarse para soportar los calores es cuando tenemos más abundancia de frutas para consumir.
  • Carnes, huevos y lácteos algunas veces por mes. Esta es una opción que cada persona es libre de elegir. Esto es, hay personas que practican una dieta macrobiótica y prescinden totalmente de estos productos, porque no son fundamentales para hacer una dieta sana y equilibrada, y otras personas optan por consumirlos ocasionalmente porque gustan de ellos y no quieren perderse ese placer personal. En la macrobiótica no hay alimentos prohibidos sólo que se tiene en cuenta la frecuencia de consumo de algunos alimentos para promover la salud en las personas. Así los lácteos, las carnes blancas y rojas y sus derivados, todos ellos ricos en grasas saturadas, hormonas y productos químicos debido a su producción industrial, pasan a ser alimentos que podemos disfrutar de vez en cuando si es nuestro deseo pero dejan de ser los alimentos principales de cada día como ocupan en la actual dieta moderna. Es importante que de consumir estos productos los elijamos ecológicos y de la mejor calidad.
En fin, os invito tras leer esta entrada a que reflexionemos sobre nuestros hábitos actuales de alimentación que han sido tan manoseados, tan manipulados, tan falseados bajo el nombre de dieta mediterránea. ¿Es que de verdad hacemos dieta mediterránea? Es cierto que en nuestra sociedad actual hay mucha información muy confusa sobre qué es sano y qué es comer bien, y qué es comer para generar salud. Confusión que aprovecha la industria alimentaria para vendernos de todo tipo de productos. La propuesta de la dieta macrobiótica es una propuesta con sentido y en el orden natural, es recuperar la alimentación que ha nutrido a la humanidad desde tiempos antiguos, y yo diría que es la vuelta una alimentación humana. Para pensar...

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Buenas fuentes de calcio.

Fuentes:

"El equilibrio a través de la alimentación" - de Olga Cuevas.
"Nutrición energética y salud" - Dr. Jorge Pérez Calvo.
"La dieta macrobiótica" - de Michio Kushi.




miércoles, 17 de febrero de 2010

Elaboración de menús semanales

Elaboración de menús semanales

La elaboración de un menú semanal es una tarea que en un principio requiere de cierta práctica y visión de conjunto, quizás pueda parecernos algo compleja pero con el tiempo se vuelve sencilla e intuitiva. Ahora que ya tenemos una idea concreta de cómo elaborar un menú diario (pinchar AQUÍ) sólo tendremos que tener en cuenta algunas consideraciones más a la hora de elaborar un menú semanal. Las siguientes indicaciones son orientativas, no hay recetas exactas de cómo elaborar menús semanales. Es importante que seamos flexibles, que bailemos con las estaciones del año, lo siguiente es sólo para darnos una idea general pero podemos adaptarlo a nuestras necesidades personales y seguirá siendo acertado. Veamos:

  • Frecuencia de cereales integrales y derivados: por derivados de cereales integrales entendemos los alimentos que están elaborados a partir de ellos, por ejemplo con sus harinas como el pan, las pastas (macarrones, cuscús, espaguetis...), las sémolas y el bulgur. Tenemos que tener en cuenta que el grano integral entero tiene la energía y la capacidad de generar una nueva vida, esto es, si lo plantamos crecerá una nueva planta. En cambio todos los derivados de cereales han perdido esta capacidad y están expuestos a la oxidación de sus nutrientes y propiedades, siendo de esta manera alimentos de más baja calidad. En cuanto a la energía y vitalidad que nos facilitan es notablemente superior la de los cereales integrales en forma de granos. Por eso, a la hora de elaborar menús semanales daremos preferencia en nuestros platos a los cereales integrales y utilizaremos en menor número los derivados, por ejemplo unas 3-5 veces por semana.
  • Frecuencia de proteínas: vamos a considerar que hacemos menús equilibrados con todos los ingredientes que nos aportan los nutrientes necesarios (hidratos de carbono de los cereales integrales, proteínas (vegetales - legumbres, tempe, tofu y seitán; o animales- carnes, huevos, pescado o lácteos) tanto en la comida como en la cena. Esta es la propuesta que sugerimos para niños, adolescentes y adultos en general. Aunque hay algunas excepciones, por ejemplo si el adulto necesita perder peso o tiene poco apetito entonces podrá optar por hacer una cena sin proteínas. Pero ¿qué proteínas y en qué frecuencia las organizo a lo largo de la semana? esta es nuestra propuesta:
  1. Legumbres: es la proteína con la energía más moderada de todas, siendo un producto natural que no ha sufrido ninguna transformación hasta llegar al plato. Por eso sugerimos comer legumbres a diario (o casi a diario). Estas son también las recomendaciones de la organización mundial de la salud y de nuestra olvidada dieta mediterranea. Las comemos en pequeña cantidad, acompañadas de cereales en una proporción que asegura el aporte de todos los aminoácidos esenciales (los componentes de las proteínas), y que es 1 parte de legumbres y 3 partes de cereal.
  2. Tofu: es un alimento derivado de la soja, un cuajo natural de la leche de soja, muy rico en minerales y en lecitina de soja (un lípido natural que necesita nuestro cuerpo). Constituye una fuente de proteínas muy rica y fácilmente digerible. Su energía es muy fría y por eso necesitamos cocinarlo (crudo es bastante indigesto), así en verano lo haremos con cocciones más ligeras y en invierno le aplicaremos más tiempo y calor. La frecuencia recomendada es de 1 a 3 veces por semana.
  3. Tempe: es un alimento derivado de la soja fermentada y constituye una fuente de proteínas muy interesante y a la vez de energía moderada. Su digestión y absorción es sencilla debido al proceso de fermentación al que se ha sometido la soja en su elaboración. La frecuencia recomendada es de 2 a 4 veces por semana.
  4. Seitán: es un alimento elaborado a partir del gluten de la harina del trigo. Su energía es más concentrada, muy contractiva, y al ser un alimento elaborado a partir de una harina tiende a ensuciar más los intestinos por eso recomendamos un consumo menor que de las otras proteínas, de ninguna a dos veces por semana.
  5. Pescado: es rico en ácidos grasos esenciales, y además su energía animal nos provee de mucha vitalidad y dinamismo. En este apartado incluimos todos los frutos del mar (almejas, mejillones, navajas...), así como los moluscos (pulpo, calamar, choco) y el marisco. Recomendamos un consumo de ninguna (opción de los vegetarianos puros) a 3 veces por semana, dando preferencia a los pescados blancos y pequeños que a los azules y grandes. Evitar en lo posible el pescado frito pues al freír las grasas insaturadas del pescado se vuelven saturadas con las altas temperaturas y dejan de proveernos de todas sus ventajas.
  6. Carnes: en la actualidad las carnes industriales tienen un alto contenido en hormonas, antibióticos y demás sustancias indeseables para la salud. Recomendamos para aquellas personas que deseen comer carne que la eligan ecológica y de primera calidad. Dar preferencia a las carnes blancas que a las rojas por su elevado contenido en grasas saturadas. El consumo opcinal recomendado de carnes es de 1 a 3 veces por mes (junto con los huevos y los lácteos).
  7. Huevos: el huevo es una alimento muy concentrado (un pollo en potencia) y su energía es altamente contractiva. Los antiguos japoneses decían que un huevo era suficiente para toda la familia. Por su alto valor nutritivo se hace más adecuado para niños en crecimiento y personas muy débiles. El consumo opcional recomendado de huevos es de 1-3 veces por mes (junto con las carnes y los lácteos).
  8. Lácteos: son el gran falso mito de nuestra cultura occidental alimentaria. Nos hicieron creer que eran fundamentales para nuestra salud y la industria de los lácteos produce productos de muy baja calidad a bajo coste. Si es tu opción consumir lácteos búscalos ecológicos, y tómalos con mucha precaución porque su consumo habitual está relacionado con muchos problemas de salud (mocos, sinusitis, asma, estreñimiento, mala absorción de nutrientes, problemas en el aparato genital de la mujer, etc). El consumo recomendado de lácteos es de 1-3 veces por mes (junto con las carnes y los huevos).
  • Frecuencia de dulces: por dulces nos referimos aquí a postres elaborados con endulzantes naturales como los siropes de cereales (de arroz, cebada, maíz, trigo...), el sirope concentrado de manzana, el zumo de frutas de temporada, el amasake, las compotas y mermeladas de frutas naturales, las frutas frescas y las frutas secas. Su consumo recomendado es de 1 a 3 veces por semana para los adultos y a diario para los niños (en este punto no hay que ser rígidos con los niños, que necesitan crecer). El resto de endulzantes naturales como miel de abejas, sirope de arce y otros queda para uso muy ocasional pues pasan muy rápido a la sangre subiendo el nivel glucémico desproporcionadamente.
  • NOTA: para personas muy estresadas, con necesidad de relajación, en el verano con el calor, los niños y otras circunstancias la cantidad de dulces puede aumentarse. Para los más golosos insisto en que son frecuencias orientativas las que aquí sugerimos.
  • Frecuencia de frutos secos y semillas: los frutos secos y las semillas son una valiosa fuente de aceites insaturados esenciales para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo. Los frutos secos se deben consumir en una proporción de una tacita a la semana aproximadamente, que podremos tomar en 2 a 4 veces diferentes o a diario en menor cantidad. Recomendamos el consumo diario de semillas ligeramente tostadas (de calabaza, girasol, sésamo y lino), en una medida de 1-3 cucharadas, que integraremos en nuestros platos.
  • Frecuencia de pan: el pan es un alimento de caracter tradicional, aunque en los últimos tiempos se ha vuelto un alimento muy procesado (con ingredientes químicos panarios, conservantes, harinas blancas industriales y levaduras químicas), el auténtico pan es un alimento natural (ingredientes: harina integral, levadura madre, agua y sal). El pan tiene una energía muy densa y pesada, muy contractiva, una energía que nos seca y es bastante extrema. Además al contener levaduras, estas tienden a seguir fermentando en nuestros intestinos (mucho más las químicas) y alterando nuestra flora intestinal y produciendo un exceso de mucosidades tanto en los intestinos como en las vías respiratorias. Por decirlo de alguna manera vulgar estropean la salud de los intestinos y los pulmones si se toman en exceso. Para los que no puedan pasar sin el pan sugerimos que lo adquieran de cultivo ecológico y de buena calidad. Una forma más equilibrada de tomar pan es calentarlo unos minutos al vapor o mojarlo en sopas, consomés, etc. La frecuencia recomendada es para hombres - de 2 a 4 veces por semana, para mujeres - ninguna o 1-2 veces por semana, y para niños 2-4 veces por semana.
Para ayudarte a elaborar los menús semanales puedes utilizar la pirámide macrobiótica, que de forma visual te muestra la frecuencia de uso de los alimentos. A continuación tienes un enlace:

Ver pirámide macrobiótica.

Otras entradas relacionadas:
Elaboración de menús diarios
Ingredientes de la cocina macrobiótica


Elaboración de menús equilibrados

Elaboración de menús equilibrados

Cuando el menú es equilibrado nos dejará satisfechos, ligeros, con vitalidad, haremos una buena digestión (sin gases, acidez…), y sin antojos. A la hora de diseñar un menú tendremos en cuenta los siguientes puntos:

  • Ingredientes: necesitamos ingredientes que cubran los grupos de nutrientes básicos en cada comida, así nos aseguramos de ofrecer a nuestro cuerpo todo lo que necesita para seguir funcionando. Cada menú tendrá cereal, verduras, proteína (vegetal – legumbres, tofu, tempe, seitán; o animal – pescados, carne, huevos, lácteos), aceite y/o semillas, un alga y Pickles. Con ellos nos aseguramos un buen aporte de carbohidratos, proteínas, grasas, minerales y vitaminas.
  • Composición: sugerimos comenzar con una pequeña sopa o crema que caliente el estómago y lo prepare para hacer la digestión, luego un plato combinado con cereales, proteínas, verduras (entre las que habrá siempre alguna ensalada), algas y Pickles. Y para terminar una infusión o té sin excitantes. Las frutas, los postres y dulces los dejamos entre horas porque siempre hacen las digestiones más pesadas cuando se combinan con las proteínas. Terminamos nuestro plato con la sensación de frescura que nos da la ensalada, los Pickles y el té o infusión.
  • Sabores: predominará el dulce natural de cereales, legumbres y verduras, que constituirá el 80-85% del total. En este apartado entran también la fruta fresca y seca y los endulzantes naturales como las melazas de cereales, mermeladas naturales, o amasake de arroz. Además habrá toques de cada uno de los siguientes sabores:
  1. Salado de la sal y condimentos como el miso, salsa de soja, vinagre o pasta de umeboshi, aceitunas, alcaparras.
  2. Ácido de cítricos como limón, naranja o mandarina, vinagres de umeboshi, arroz o manzana, verduras fermentadas como el chucrut, jugo concentrado de manzana o ciruelas umeboshi.
  3. Picante del ajo, el jengibre, la mostaza, la pimienta, el curry o vegetales ligeramente picantes como rabanitos, cebollino, rúcula, nabo rallado, puerros o cebolla cruda o berros.
  4. Amargo de las verduras de hoja verde como lechugas, escarolas, endibias, alcachofas, rúcula, de hierbas aromáticas secas, de frutos secos tostados como nueces, almendras o avellanas, de semillas ligeramente tostadas o del café de cereales.


  • Colores: una buena comida también entra por la vista, y por lo tanto debe ser atractiva y colorida, para que pueda nutrirnos todos los sentidos. Veamos algunos ejemplos de los alimentos que darán color a nuestros platos:
  1. Amarillo de maíz, chirivía, limón, pimiento amarillo, mijo, polenta…
  2. Naranja de zanahoria, calabaza, boniato, pimentón, lenteja roja, mandarina, naranja…
  3. Rojo de rabanitos, granadas, fresas, frambuesas, remolacha, tomate, pimiento rojo, col lombarda, judías pintas o azukis, alga dulse, sandía…
  4. Blanco de cereales (arroz, bulgur…), nabo, coliflor, colinabo, tofu, calabacín, manzana, pera…
  5. Verde de brócoli, col verde, alcachofas, coles de Bruselas, judías verdes, hojas de col, lechuga, rúcula, parte verde de puerros, cebolletas y ajetes, cebollino, perejil, alga kombu y wakame…
  6. Marrón de cereales (pasta de trigo por ejemplo), seitán, tempe, lentejas…
  7. Negro de sésamo negro tostado, soja negra, arroz salvaje, algas arame e hiziki…


  • Texturas: lo ideal es que una comida incluya todas las diferentes texturas asínos sentiremos satisfechos y no necesitaremos picar entre horas. Veamos:
  1. Húmeda-seca como alimentos secos podemos incluir el pan, los frutos secos y las semillas tostadas, las tortas de arroz inflado entre otros. Como alimentos húmedos son las verduras, los cereales cocidos…
  2. Crujiente-blanda por ejemplo alimentos crujientes son los frutos secos y las semillas tostadas, las tortas de arroz inflado, las palomitas de maíz, los cornflakes de maíz (sin azúcar), las verduras en ensalada prensada o cruda como la lechuga, y alimentos blandos pueden ser una crema de
    verduras, un cereal cocido como el mijo o la polenta…
  3. Ligera-pesada en este caso textura ligera nos la pueden proporcionar las verduras de ensaladas crudas, escaldadas, al vapor, maceradas o prensadas con un poco de sal, con aliños suaves y ligeros con toques de vinagre, limón y aceite entre otros y la textura pesada nos la pueden proporcionar los cereales integrales cocidos como el arroz a presión y el mijo, las
    legumbres, el pescado…
  4. Caliente-fría como textura caliente tomamos nuestra sopa o crema de verduras para comenzar, y casi todo nuestro plato será caliente pues estará cocinado, y como textura fría tendremos las ensaladas, los Pickles…


  • Formas: Entre las verduras deberíamos incluir de raíz, crecen hacia abajo y con dirección definida (zanahorias, nabos, rabanitos…), redondas que crecen justo debajo de la tierra o hacia los lados (cebollas, calabazas, coles, coliflores, brócoli) y de hoja, que crecen hacia arriba (hojas de rábanos, hojas de zanahoria, hojas de col, lechugas, puerros, berros, canónigos…) y ocasionalmente algo que cuelgue como judías verdes, tomates, pimientos o frutas. Cada uno de los grupos de verduras anteriores tiene una energía diferente que nutre diferentes partes del cuerpo y por ello todas son necesarias en una alimentación que busca el equilibrio. Además cortaremos las verduras con formas variadas que alegrarán nuestro plato dándole personalidad y gracia (trozos grandes en cortes rodados, cuadrados o en rodajas, y cortes pequeños como en palillos en medias lunas, picadito por ejemplo).
  • Estilos de cocción: cada estilo de cocción tiene efectos diferentes y proporciona un determinado tipo de energía. Esto también hay que tenerlo en cuenta a la hora de preparar nuestros menús. Hay que ir variando según la estación del año y el efecto que queramos obtener. Alternaremos entre cocciones largas y cortas, que calienten y que enfríen, que relajen y que activen, que refuercen y que depuren, etc. Es importante crear POLARIDAD en nuestros platos para asegurarnos esa chispa que todos necesitamos para las actividades de nuestro día a día.

Todo lo anterior parece complicado de manejar pero lo cierto es que si empleamos en nuestra cocina ingredientes naturales y de buena calidad y empezamos a practicar los conceptos de una alimentación equilibrada poco a poco vamos a conseguir el equilibrio sin necesidad de pensar mucho, siguiendo nuestra intuición. Con la práctica veremos que de forma instintiva y automática tenderemos a preparar menús equilibrados. Al principio requeriremos de un poco de técnica, paciencia y atención para ir cambiando nuestros esquemas mentales pero llega un momento en que vemos que las cosas salen de manera más fluida y que nuestra creatividad se activa llegando a disfrutar de esta aventura que es crear nuestra propia salud y armonía.


NOTA: Ver artículos relacionados:

Personalidad de los estilos de cocción

Elaboración del menú semanal

La pirámide macrobiótica

El falso mito del azúcar

EL FALSO MITO DEL AZÚCAR
Todo lo que necesitas saber sobre el azúcar


En las últimas décadas, la gran confusión pública sobre el azúcar refinado, es decir, la sacarosa, es el lenguaje. Como en tantos otros temas, los términos se mezclan de tal forma que cuando se habla de libertad, justicia y democracia nos preguntamos si realmente se está hablando de libertad, justicia y democracia o de todo lo contrario.

Lo mismo sucede con la palabra carbohidrato, que desde un punto de vista químico significa una sustancia que contiene carbono con oxígeno e hidrógeno.

Utilizar los mismos términos para describir tanto a los cereales naturales e integrales (que han sido uno de los alimentos básicos de la Humanidad durante miles de años) como al azúcar refinada (que es una droga moderna fabricada y un veneno para la Humanidad) es, cuando menos, un engaño. Eso sí, muy bien camuflado, ya que en esos rótulos, en esa publicidad y en ese lenguaje, no se está explicando la diferencia que existe entre un verdadero carbohidrato y un azúcar refinado. La confusión se hace más y más grande cuando se emplea la palabra azúcar para describir un grupo entero de sustancias que no son idénticas, aunque tengan alguna semejanza.

La glucosa es un azúcar que se encuentra con otros azúcares en frutas y verduras. Es un material clave en el metabolismo de plantas y animales. Muchos de los alimentos principales se convierten en glucosa dentro del cuerpo, es un elemento esencial para la sangre y para todo el organismo, absolutamente necesaria para órganos tan importantes como el cerebro, para el buen funcionamiento del sistema muscular, etc, etc.

Hasta aquí, decir que necesitamos mucha glucosa es, naturalmente, cierto y todos estamos de acuerdo en ello. El problema serio comienza cuando se usa el término azúcar para describir dos sustancias tan diferentes como la glucosa y la sacarosa, y así se las mete en el mismo saco. Tienen diferentes estructuras químicas y afectan al cuerpo y sus procesos de forma profundamente diferente. Esto crea una enorme confusión. Cuando se habla de la glucosa como componente esencial para el cuerpo humano, de cómo se oxida para dar energía y cómo se metaboliza para producir calor, etc.; se está hablando de la glucosa - que el propio cuerpo fabrica - aunque se dice de tal forma que parece que se está hablando de la sacarosa que se compra en el supermercado.

Así, la palabra azúcar puede significar tanto la glucosa de la sangre como la sacarosa de la coca-cola, hemos caído en la trampa de creer que nuestro cuerpo es como nuestra cuenta bancaria; si hay insuficiencia de glucosa en la sangre ¡no hay problema!, el caramelo, el refresco o el pastel lo arreglarán. Lo cierto es que nada está más lejos de solucionarlo.

El azúcar refinado aporta lo que los especialistas en nutrición llamamos calorías vacías, pero eso no es lo peor, sino que debido a su proceso digestivo extrae cantidad de preciosos minerales y vitaminas del organismo. El cuerpo busca constantemente el equilibrio y tiene muchas y diferentes formas de contrarrestar el efecto que produce el azúcar refinado.

Su consumo va creando una condición excesivamente ácida en el cuerpo, con un gasto extraordinario de oxígeno para su digestión. La sangre para restablecer el factor ácido-alcalino necesita minerales que extraerá de los huesos y de los dientes. No sólo calcio, sino también sodio, potasio y magnesio principalmente son movilizados para una transmutación química que devolverá a la sangre su PH natural. A la larga el azúcar refinado afecta a todos los órganos del cuerpo.

Al principio se almacena en el hígado en forma de glucógeno; como la capacidad de este órgano es limitada, si añadimos a la glucosa que ingerimos en los alimentos - cereales, verduras y frutas - el uso diario del azúcar refinado, el hígado acabará saturándose y entonces el glucógeno regresará a la sangre en forma de ácidos grasos y se irán almacenando en las zonas menos "activas" como el vientre, las nalgas, los muslos y las mamas. A continuación llegarán a los órganos vitales tales como el corazón y los riñones, donde se producirá una alteración en sus funciones, ya que dichas grasas invadirán sus tejidos. El cuerpo entero queda afectado así, y dispuesto para producir fácilmente los síntomas tan temidos y "tan de moda" como son el colesterol, la presión arterial, la obesidad, y ya veremos su influencia en la hipoglucemia y en la diabetes.

El azúcar refinado, a diferencia de la remolacha o la caña, carece de minerales naturales. La ingesta de este "raro alimento" moderno afecta al sistema nervioso parasimpático y a los sistemas, órganos y funciones que gobierna. Así son invadidos los sistemas circulatorios sanguíneo y linfático, alterando los glóbulos rojos y favoreciendo una formación excesiva de glóbulos blancos.

El sistema inmunológico disminuye su poder de autodefensa e impide reaccionar rápida y eficazmente contra los ataques externos tales como frío, calor, microbios o virus.

El azúcar refinado también tiene un efecto muy adverso sobre las funciones cerebrales. Una de las claves de un funcionamiento ordenado en el cerebro es el ácido glutámico, que es un compuesto vital que se encuentra en muchas verduras. De la división del ácido glutámico en compuestos antagónico-complementarios depende un "orden" de proceder adecuado a nivel cerebral. En la correcta división de este ácido juegan un papel importantísimo las vitaminas del grupo B, que son metabolizadas por bacterias simbióticas en los intestinos. Cuando se toma azúcar refinado estas bacterias mueren y disminuye la reserva de vitamina B, causando adormecimiento, pérdida de memoria, de capacidad para el cálculo y la organización.

En una persona sana, el nivel de glucosa en la sangre se mantiene por la interacción de la insulina, las hormonas corticales y el ACTH de la hipófisis, Pero en un organismo de pobre funcionamiento, las oscilaciones pueden ser mucho mayores, y sabemos que esto implica un enorme riesgo ya que el nivel de glucosa en sangre es uno de los niveles que el cuerpo vigila con "gran interés" ya que le va la vida en ello.

Si la insulina suministrada por el páncreas es excesiva, demasiada glucosa será convertida en glucógeno y el nivel de glucosa en sangre descenderá y permanecerá bajo. Esta condición se conoce por hipoglucemia y es el primer síntoma que alerta del peligro que aparecerá más tarde. Esta sobre estimulación del páncreas es causada por el consumo excesivo de azúcares simples como la sacarosa refinada, miel e indirectamente algunas drogas.

Michio Kushi, el Padre de la macrobiótica en Óccidente afirma que actualmente el 80% de la población sufre de hipoglucemia y denuncia un tipo de dieta excesivamente rica en azúcares y harinas refinadas como principal culpable de la diabetes.

De la misma manera, la doctora Sherry A. Rogers afirma que debido a los errores y falsos mitos de la nutrición moderna la población, en estos momentos, es pre-diabética.

Por otra parte, si el suministro de insulina no es adecuado, el hígado no puede transformar el exceso de glucosa en glucógeno. Esto es la diabetes; el siguiente paso en la enfermedad, es el momento en que el páncreas se cansa de producir insulina para neutralizar "alimentos" como azúcares simples, miel o drogas, entonces un exceso de azúcar comienza a acumularse en sangre.

Repasando el proceso: una estimulación excesiva del páncreas por exceso de azúcar, miel, etc. lleva a la hipoglucemia: bajo nivel de glucosa sanguínea, luego a la diabetes: alto nivel de glucosa en sangre.

Entendiendo el proceso en profundidad, nos damos cuenta que son dos síntomas aparentemente opuestos, pero que comparten la misma raíz. Por esta razón sigue siendo verdaderamente un contrasentido que a una persona diagnosticada con el término "insuficiencia de azúcar en la sangre" se le recomiende tomar dulces o caramelos. Esto no hace más que empeorar los síntomas, es como añadir más leña al fuego y facilitar la aparición posterior de problemas mas serios.

El verdadero tratamiento consiste en poner una dieta realmente equilibrada, rica en cereales integrales, verduras dulces como la calabaza y la zanahoria y algo de legumbre (especialmente el "azuki") y suprimir el azúcar y la harina refinada.

Una receta simple, muy eficaz y rápida es (al mismo tiempo que se suprime el azúcar refinado) "caldo de verduras dulces" es la mejor forma de equilibrar de una manera natural la glucosa en sangre.

Receta: 1 medida de verduras picadas por 5 de agua. Se pone a cocer en agua fría con tres granos de sal marina, calabaza, zanahoria, cebolla y col. Al hervir se baja a fuego bajo y se deja durante 20 0 25 minutos. Luego se cuela el caldo y se toman dos vasos diarios durante 10 días, después 2 0 3 veces por semana, mientras persistan los síntomas. El caldo debe tomarse caliente o tibio.

Aunque este remedio es de gran ayuda, lo importante es comenzar con una dieta rica en carbohidratos complejos como los que aportan los cereales integrales y verduras ricas en glucosas lentas de buena calidad que acabarán equilibrando ese eje hígado-páncreas-adrenales, vital para la salud, la vitalidad y el bienestar.

De la misma forma este tipo de dieta se puede considerar ideal para una persona diabética, aunque, desde algunos sectores puede considerarse errónea, ya que se "sabe" que los carbohidratos tienden a descomponerse en azúcares simples durante la digestión.

En este caso invito a prestar atención a la enorme "distancia" que hay entre el carbohidrato obtenido de un cereal integral y "lo" que obtenemos de la patata, el pan blanco, el cereal refinado o el azúcar, y sus efectos sobre la digestión y la sangre.

Prueba de ello es la cantidad de personas diabéticas que con una dieta rica en cereales integrales y verduras han bajado su dependencia de la insulina a mínimos significativos, ganando muchísimo en calidad de vida.

Si realmente estamos interesados en tener una vida más sana, no podemos ignorar la importancia que tiene la comida en este planteamiento. La calidad de nuestra sangre depende de lo que comemos; no sólo hay que cuidar los nutrientes, sino su procedencia, y por supuesto, su cantidad.



Mª Rosa Casal
Directora de "Escuela de Vida"
Naturópata y Consultora en Nutrición