La pirámide macrobiótica nos ayuda a organizar nuestros menús diarios, semanales y mensuales. En este dibujo "consumo diario" significa que debemos consumir esos alimentos todos los días, "consumo semanal" significa de 1 a 3 veces por semana y "consumo ocasional" significa de 1 a 3 veces por mes. Esto es sólo una guía orientativa, es decir, si una semana comemos pescado 4 veces por ejemplo no significa que estemos haciendo mal, simplemente compensamos con otra semana que comemos un poco menos y no pasa nada.
Es importante saber elaborar menús equibrados, pues los alimentos hay que tomarlos en un conjunto armónico que nos suministren todos los nutrientes esenciales, el equibrio energético y de texturas y sabores que el cuerpo necesita. Así nuestras comidas serán satisfactorias, placenteras y nos llenarán de vitalidad. Es decir, no con tomar alimentos sanos estamos haciendo una alimentación sana y aquí pondré un ejemplo sencillo: la fruta es un alimento sano pero si tomamos 3kg de fruta diaria, que es un exceso, nuestro cuerpo va a caer en deficiencias de minerales y en un enfriamiento interno que nos hará más vulnerables a virus e infecciones. Así los alimentos nunca son en sí malos o buenos, sino que nos proporcionan salud en la medida en que los tomamos en las proporciones adecuadas (que dicho sea de paso no tienen por qué ser las mismas en todas las personas ni en todos los rangos de edad por eso hago hincapié en que la pirámide es orientativa para personas adultas sanas).
Cabe destacar en esta pirámide, si la comparamos con la pirámide mediterránea recomendada en nuestra sociedad actual como modelo alimenticio algunos puntos muy interesantes:
- En las dos pirámides la base de la alimentación humana se sustenta en los cereales integrales como alimento principal. Es decir arroz, quinoa, mijo, amaranto, trigo, cebada, avena, trigo sarraceno y maíz como cereales en grano y sus derivados en forma de pan, harinas, pastas, bulgur, cuscús, sémolas y cereales refinados es decir, la versión "blanca". Es para reflexionar que en la dieta moderna estos alimentos aparecen solamente en el plato alguna vez a la semana en su versión refinado, como el arroz blanco, la pasta de trigo blanca, o el pan blanco y en muchos casos como decoración del plato principal de carne o pescado. Cuando en nuestra sociedad moderna decimos que hacemos una dieta mediterránea se nos está olvidando lo principal ¡los cereales! que además han sido la base de la alimentación humana durante toda la historia de la humanidad por miles de años. Aquí la dieta macrobiótica recupera lo esencial de una dieta con sentido.
- Legumbres y verduras a diario como aporte principal de proteínas (las legumbres) y vitaminas, minerales y fibra (las verduras). Las legumbres aunque no son alimentos que constituyan proteínas completas (pues algunas carecen de algunos aminoácidos esenciales) se completan con las proteínas de los cereales integrales formando un equipo que proporciona hidratos de carbono de buena calidad (en los cereales) y proteínas completas fáciles de asimilar por el cuerpo sin ninguno de los inconvenientes de las proteínas animales. Por eso son la propuesta para comer en salud, y si pensamos un poco así fue la alimentación humana hasta la era moderna: cereales+legumbres+verduras. Así comieron hasta la generación de nuestros abuelos en las zonas rurales no hace tantos años. El consumo exagerado de productos animales en nuestros días es la razón principal de muchas de las enfermedades de nuestra sociedad moderna. Volvamos a los orígenes, a una alimentación un poco más vegetariana, más ecológica y sostenible, más respetuosa con el medio ambiente y ¡mucho más sana!
- Algas marinas que son las verduras del mar. Las algas son ricas en minerales de buena calidad (calcio, magnesio, fósforo, zinc y más) y que el cuerpo necesita para su buen funcionamiento. Su consumo regular satisface todas nuestras necesidades sin tener que recurrir a otras fuentes más dudosas como los lácteos (Por cierto las vacas toman el calcio de la hierba verde y fresca y no necesitan mamar de otras vacas). Nos puede parecer chocante o alejado de nuestra cultura culinaria el uso de algas pero si estudiamos un poco la historia de las algas encontramos que fueron consumidas en europa desde tiempos antiguos: los romanos, los celtas, los vikingos, los franceses y hasta en España se consumieron algas de la costa cantábrica ¡pero lo hemos olvidado! Las algas son los tesoros del mar y los tesoros de nuestra mesa. En la actualidad se comercializan algas locales de nuestra costa cantábrica y pueden encontrarse fácilmente en los comercios.
- Dulces naturales algunas veces por semana. Para darnos un capricho rico y delicioso y sobre todo para los más golosos podemos elaborar dulces a base de frutas secas o frescas, zumos de frutas, siropes de cereales (conseguidos por la hidrólisis de las largas cadenas de hidratos de carbono del arroz, el trigo, la cebada...), el amasake (un puré conseguido con arroz fermentado que vuelve locos a los niños), las leches vegetales dulzonas como la de arroz o avena, y la algarroba como sustituto sin excitantes del cacao. Las opciones son muchas y los postres deliciosos, con la ventaja de que no engordan, no perjudican nuestro páncreas haciéndonos más propensos a la creciente diabetes, no debilitan nuestros dientes y huesos, y no producen acidez. El consumo de azúcar conlleva todos los inconvenientes antes mencionados y aunque en la pirámide mediterránea se sugiere como alimento de algunas veces por semana reconozcamos que en la dieta moderna su consumo es diario y extenso.
- Pescado varias veces por semana. El pescado es de todos los alimentos animales el más saludable por su menor contenido graso y por su importante aporte de ácidos grasos esenciales (los famosos w3 y w6), así como vitamina D entre otras bondades. Aunque estos nutrientes importantes podemos conseguirlos de otras fuentes (como por ejemplo las semillas de calabaza, girasol, sésamo o lino ricas en ácidos grasos w3 y w6, o los alimentos fermentados como el miso, la salsa de soja y los encurtidos de verduras ricos en vitaminas del grupo B y D), lo que significaría que es posible hacer una dieta pura vegetariana sana y sin carencias, la opción del vegetarianismo puro es individual y opcional y la propuesta de consumo de pescado para los que no la eligen es de 1-3 veces por semana.
- Semillas de calabaza, sésamo, girasol y lino principalmente, y sus aceites, y otras más ocasionalmente como las de amapola, nos proveen de la cantidad de ácidos grasos esenciales que necesita nuestro cuerpo para su buen funcionamiento. Por eso su consumo recomendado es de unas 3 cucharadas por día, alegrando nuestras ensaladas, purés, como decoración en cereales, como tentempié de media mañana, o integradas en salsas y aliños.
- Frutos secos varias veces por semana o a diario en pequeña cantidad como aporte principal de grasas de buena calidad. Nos referimos a almendras, nueces, avellanas, cacahuetes y con menor frecuencia otras como pistachos y nueces pacanas. También podemos consumir frutos secos en forma de pastas para untar, como son la "mantequilla de cacahuete" o "la crema de almendras" que resultan deliciosas integradas en salsas y postres o directamente sobre el pan.
- Frutas frescas varias veces por semana. Podemos tomarlas crudas o cocinadas en compotas, al horno, integradas en postres, de todas formas resultan deliciosas. Las frutas son ricas en azúcares simples que pasan muy rápido a la sangre y se convierten rápidamente en grasa por acción de la insulina y el páncreas. Los azúcares que más nos interesan porque evitamos este efecto indeseable son los polisacáridos que nos aportan los cereales integrales. También son ricas en vitaminas y fibra pero estos nutrientes podemos conseguirlos a su vez de las verduras ligeramente cocinadas o crudas. En fin, que la fruta en sí es prescincible en una dieta saludable pues no aporta nada que no podamos conseguir de otras fuentes. Con esto no quiero decir que haya que dejar de tomar fruta, que además nos refrescará cuando haga calor, nos hidratará y siempre es un placer su consumo. Pero como todos los alimentos en exceso puede resultar perjudicial, en el caso de las frutas producen un clima ácido en la sangre que deviene en desmineralización de dientes y huesos, también se transformas rápidamente sus azúcares en grasa, por lo que no recomendamos un consumo excesivo y diario. En realidad en la Naturaleza y en ciertas estaciones del año (como el otoño o el invierno) la huerta no nos ofrece apenas frutas, sólo en el verano cuando el cuerpo necesita enfriarse para soportar los calores es cuando tenemos más abundancia de frutas para consumir.
- Carnes, huevos y lácteos algunas veces por mes. Esta es una opción que cada persona es libre de elegir. Esto es, hay personas que practican una dieta macrobiótica y prescinden totalmente de estos productos, porque no son fundamentales para hacer una dieta sana y equilibrada, y otras personas optan por consumirlos ocasionalmente porque gustan de ellos y no quieren perderse ese placer personal. En la macrobiótica no hay alimentos prohibidos sólo que se tiene en cuenta la frecuencia de consumo de algunos alimentos para promover la salud en las personas. Así los lácteos, las carnes blancas y rojas y sus derivados, todos ellos ricos en grasas saturadas, hormonas y productos químicos debido a su producción industrial, pasan a ser alimentos que podemos disfrutar de vez en cuando si es nuestro deseo pero dejan de ser los alimentos principales de cada día como ocupan en la actual dieta moderna. Es importante que de consumir estos productos los elijamos ecológicos y de la mejor calidad.
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Fuentes:
"El equilibrio a través de la alimentación" - de Olga Cuevas.
"Nutrición energética y salud" - Dr. Jorge Pérez Calvo.
"La dieta macrobiótica" - de Michio Kushi.
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