LO QUE TÚ ME DAS.
Soy un poco diferente, mi cuerpo es más frágil que el de otros, necesita de más cuidados, de más respeto y de más atención. También es un cuerpo sabio, sabe darme señales cuando algo no va bien, cuando algo no es adecuado para él. Y me habla con su lenguaje especial, y yo aprendo poco a poco a escucharlo, y me cuesta ir entendiéndole, pero me esfuerzo, y me ha enseñado muchas cosas: me habla de mi corazón, de cuando está herido o cuando ha olvidado a alguien importante, me habla de mis fuerzas, de cómo gestionarlas para lo esencial, de que a veces menos puede ser más, me habla de mi interior, me enseña a escuchar el mundo desde adentro, con todo mi ser, me ayuda a descubrir mi esencia, a respetarme. Me dice que soy diferente por algo, que tiene algún sentido, que quizás, lo que yo tengo que ofrecer al mundo es a través de mis propias diferencias.
Pero a veces, cuando me cuesta estar en sintonía, me resisto, me comparo con los otros y quedo en desventaja y a veces, pienso que soy una carga para mis seres queridos. Y entonces sufro con mis pensamientos. Y hasta incluso a veces pienso que jamás podré devolverles a ellos todo el amor que me dieron, todos sus cuidados, y por eso me resisto a pedirles más ayuda, a decirles que en cierto momento necesito un poco más de su compañía, de su atención. Y entonces estoy triste y no puedo llevarles mi alegría, mi sonrisa o mis ilusiones. Y ellos que se dan cuenta también sufren por mí y también están tristes, y se quedan impotentes porque yo misma les impido ser generosos y acercarse a mí. Y entonces me siento aislada, no puedo conectarme y no puedo conectar con los demás porque me resisto a vibrar en el amor.
Sin embargo, otras veces, puedo estar en sintonía con la vida tal y como es. Puedo aceptar que mi destino es el que es, sin querer cambiar nada y entonces me doy cuenta de la suerte que tengo. Porque mi cuerpo diferente me ha enseñado una sabiduría que antes me era desconocida, y que con mis diferencias me he convertido en un ser especial con mucho amor para dar a los demás. Y que puedo ofrecerles quizá una visión distinta del mundo, enseñarles un ritmo diferente para las cosas, a apreciar las cosas sencillas de cada día, a estar más unidos, a dar las gracias por cada nuevo día, a enseñarles que en cualquier circunstancia podemos encontrar ilusiones, que siempre podemos compartir las risas, los abrazos, y les hago ricos y generosos cuando pido su ayuda y me comparto, cuando les permito acercarse a mi vulnerabilidad y mi humanidad porque así saben que ellos también pueden ser vulnerables y yo no voy a juzgarlos, cuando les muestro, que el mundo tal y como es está bien porque lo que desde fuera podríamos juzgar como difícil para la persona que lo vive quizás es un regalo. Un regalo de aprendizaje para la vida.
Y en un momento de oscuridad le pedí a Manuel que me explicase por qué un hombre sano, fuerte, inteligente y con tantos recursos había elegido una mujer como yo que no podía devolver al mismo ritmo en el intercambio de la pareja. Él se resistió a esa idea diciéndome que para él el intercambio era totalmente equilibrado. Entonces me escribió una lista muy larga con todas las cosas que yo le doy a él. Me emocioné cuando leí que lo más valioso que yo le doy es ser yo misma, y permitirle a él ver el mundo a través de mis ojos, y compartirme con él en mis debilidades, en mis miedos, en mis ilusiones, mi felicidad y mis sonrisas, que gracias a eso se había convertido en una persona más buena.
Y entonces entendí muchas cosas porque pensé en las personas que amo y me di cuenta que lo más valioso que me han dado es permitirme ser parte de su mundo, compartiendo con ellas lo agradable y lo difícil de la vida, y haciéndome sentir que yo tengo un lugar, que tengo un sentido. Y también pensé en los amigos que han pasado por mi vida que también, como yo, tienen un cuerpo diferente que necesita de muchos cuidados. Y entonces me di cuenta que esas personas me han hecho el grandísimo regalo de compartirse, enseñándome que hay mil formas diferentes de vivir, de ser feliz, celebrando sus pequeñas o grandes conquistas, mostrándome su luz especial y su fuerza ante las dificultades. Ellas me han hecho una persona mejor, más fuerte y tolerante y con una visión de la vida más amplia. Son personas cuya sonrisa podría iluminar cualquier corazón.
Así con estos pensamientos me siento en paz, conectada con todo y con todos y feliz con mi destino. Gracias a todos por estar ahí y formar parte de mi vida. Gracias también a mis amigas Agurtzane, MariPaz y Ana Isabel por ser también mis maestras y mis compañeras de viaje. Por supuesto a mis padres que son la fuente de mi vida.
Y especialmente gracias a tí Manuel.
/Raquel.