lunes, 5 de abril de 2010

¿Por qué no funcionan las dietas de adelgazamiento?

¿Por qué no funcionan las dietas de adelgazamiento?

Las dietas de adelgazamiento no funcionan porque se entienden como un parche que nos permitirán perder los kilos que nos sobran de manera rápida para poder continuar manteniendo nuestros hábitos como antes. Las dietas de adelgazamiento que no consideran el necesario equilibrio energético de nuestro cuerpo llevan a la persona a una rueda sin fin de periodo de dieta y restricción al que le sigue un periodo de compensación y exceso, con la recuperación consiguiente de los kilos perdidos. De esta forma no existe una dieta de adelgazamiento eficaz, la única posibilidad de éxito que podemos considerar para equilibrar nuestro peso es realizar cambios duraderos en nuestro estilo de vida y alimentación. Y para ello es muy importante que todos los cambios que realicemos sean poco a poco, sin estrés ni ansiedad. A continuación hacemos un análisis de algunas dietas conocidas:

Dieta de las calorías: en esta dieta la persona debe comer una cantidad máxima de calorías diarias, sin importar el tipo de alimentos de dónde provengan, su energía vital, su digestión ni metabolismo, así como el estado físico, mental y emotivo de la persona. Así podrá alimentarse únicamente de bollería industrial, café y chocolates si lo desea con la única condición de que no se exceda en el número de calorías asignado.

Recientes estudios realizados en la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid, ponen de manifiesto que no hay una relación tan directa como se creía, entre el exceso de calorías en la dieta y la obesidad. Depende de los alimentos de dónde provengan las calorías. A igual cantidad de calorías, engordan más las grasas que los carbohidratos. Es más, los carbohidratos, además de almacenar menos calorías extra, favorecen el gasto energético y la grasa corporal se reduce.

En este mismo sentido, estudios europeos recientes (Proyecto CARMEN – Carbohydrate Ratio Management in European National Diets) demuestran que se puede perder peso aumentando los hidratos de carbono si se reducen las grasas, sin necesidad de disminuir las calorías. Si hacemos caso de estas investigaciones recientes, ya no hay por qué preocuparse de mirar cada día en las tablas y pesar los alimentos para guardar la figura, bastaría con aumentar el consumo de alimentos ricos en carbohidratos y pobres en grasas (cereales integrales, legumbres, pan integral, verduras, frutas…) y disminuir el de los alimentos más ricos en grasas (mantequillas, margarinas, embutidos, carnes, quesos, salsas, fritos…). Y si hacemos caso de nuestro sentido común, trataremos de hacer una dieta equilibradora, atendiendo a nuestras necesidades particulares, por ejemplo, si estamos dilatados y fofos haremos una dieta contractiva pero sin alimentos extremos yang desequilibradores.

Dieta superprotéica: Esta dieta es específica para adelgazar y consiste en eliminar todos los alimentos ricos en hidratos de carbono y alimentarse casi exclusivamente de alimentos ricos en proteínas animales (pescado y carnes magras), verduras y frutas con moderación. Al eliminar de la dieta moderna occidental los alimentos como el arroz blanco, la pasta blanca y el pan blanco (que al ser refinados sus azúcares elevan rápidamente el nivel de glucosa en la sangre y se convierten en gran parte en grasa) la persona experimenta una pérdida de peso rápida. El inconveniente de esta dieta es que no es equilibrada porque no suministra buenas fuentes de nutrientes y el cuerpo tiene que hacer un esfuerzo grande en conseguir hidratos de carbono de proteínas y grasa para su correcto funcionamiento. Al ingerir grandes cantidades de alimento animal el hígado queda sobresaturado y tiene riesgo de enfermar si la dieta se mantiene demasiado tiempo (por eso no se recomienda un tiempo mayor de tres meses). Además estos alimentos animales tienen la cualidad de acidificar la sangre por lo que el cuerpo cede parte de sus reservas minerales (acumuladas en los huesos y los dientes) para equilibrar el PH de la sangre, por lo que la persona queda desmineralizada y débil, con cansancio y falta de vitalidad.
La dieta superprotéica no es una dieta equilibrada y consigue un adelgazamiento ficticio que en muy pocos casos se convierte en duradero. Es además una dieta pobre y perjudicial para la salud.

Dieta disociada: Es una dieta que está muy de moda y consiste en comer de los alimentos que nos proveen de los principales nutrientes separados en cada comida. Esto significa por ejemplo que tomaremos un desayuno rico en hidratos de carbono (por ejemplo en forma de pan integral), una comida rica en proteínas (con carne o pescado), y una cena rica en vitaminas y minerales (con verduras y frutas), pero sin mezclar ninguno de estos ingredientes. Los defensores de esta dieta alegan que las digestiones se hacen muy ligeras y al no haber sinergias entre los alimentos la persona pierde peso y lo mantiene con facilidad.

Esta dieta a nuestro entender tiene algunos puntos flacos. Uno de ellos es que el cuerpo necesita mantener un nivel constante de glucosa en la sangre para su correcto funcionamiento. La glucosa es la gasolina de nuestro cuerpo y la fuente de energía que necesita para realizar sus actividades cotidianas. Los alimentos ricos en hidratos de carbono y que proporcionan un nivel estable de glucosa en la sangre son los cereales integrales (y en su defecto los cereales refinados). Si tomamos cereales sólo en una de las comidas del día obligamos a nuestro cuerpo a conseguir la glucosa de otras fuentes como las grasas o las proteínas, con su consiguiente desgaste.

Por otro lado la cantidad de alimentos ricos en proteínas que necesitamos durante el día, y según las recomendaciones de la OMS, es del 10-15% del total de todos los alimentos. Si hacemos una comida rica en alimentos protéicos al día con seguridad estaremos ingiriendo mucho más de esta cantidad recomendada, con el consiguiente sobreesfuerzo para nuestro hígado.

La dieta disociada no tiene en cuenta la necesidad de equilibrio energético de nuestro cuerpo y es una dieta que en general produce muchos antojos y ganas de picar entre horas. El cuerpo necesita reponer hidratos de carbono, proteínas y minerales durante el día y lo ideal es suministrárselos en cada comida. Necesitamos comidas equilibradas y ricas en sabores, texturas y colores, que nos dejen satisfechos y llenos de energía.

Existen multitud de dietas que tienen como base las ideas de estas que hemos explicado, o una mezcla de ellas. En general son difíciles de seguir por un tiempo largo pues están sujetas a la idea de restricción. Cuando la dieta es abierta, variada, equilibrada en nutrientes y energía, y produce satisfacción, placer y mucha vitalidad, como es la dieta macrobiótica, podremos seguirla toda la vida mantiendo un peso estable y un aspecto juvenil.

1 comentario:

Gascone dijo...

Muy buena y acertada reseña. Si, aunque las dietas restrictivas pueden ayudar a bajar de peso temporalmente, un alto porcentaje de la pérdida viene de los músculos. Cuanto menor sea su masa muscular , más lento es su metabolismo. El resultado final es que el cuerpo quema menos calorías (y la ganancia de peso es más rápida y mayor) que la que tenía antes de la dieta = Efecto rebote. saludos