A diferencia del horno de gas convencional, que calienta un recipiente y éste al alimento; el horno microondas calienta el alimento emitiendo ondas electromagnéticas (ondas que atraviesan los recipientes). El impacto de dichas ondas sobre las moléculas de agua contenidas en los alimentos, las hace vibrar motivando una fricción que genera calor.
El horno microondas cocina de forma inversa al tradicional. Mientras que cocinando con los métodos conocidos hasta ahora, los alimentos se hacen de fuera a dentro, el horno microondas realiza la misma operación de dentro a fuera. En otras palabras, los alimentos, bajo el impacto de las ondas electromagnéticas, se suelen cocer primero en su interior, y luego, el calor se transmite a la superficie.
El doctor en biología Andreas Kuhne rebate la afirmación de que la técnica microondas no altera negativamente la estructura química de los alimentos y conserva las vitaminas. Por ejemplo, el ácido fólico, vitamina del grupo B básica para la formación de la sangre e importante para el sistema inmunitario y el crecimiento, desaparece cinco veces más rápidamente en los alimentos tratados con microondas. También existen pérdidas considerables de las vitaminas B1, B6 y C.
El campo electromagnético que forman las ondas microondas puede alterar la estructura protéica de los alimentos de forma mucho más intensa que los métodos de cocción tradicionales.
Las paredes celulares de las verduras cocinadas con microondas, aparecen totalmente desgarradas vistas al microscópio.
El efecto de los campos electromagnéticos sobre la salud humana se halla muy poco estudiado. Cualquier fuga supone una exposición muy superior a la que nos tiene acostumbrados la naturaleza. Los hornos microondas vibran a más de dos millones de ciclos por sección (el equivalente a 60 hornos eléctricos), pudiendo esa intensa vibración afectar a la integridad celular de los alimentos y ser absorvida por quien los come. Además se ha descubierto que las bacterias de la salmonela, una de las principales causantes de intoxicaciones alimentarias, consiguen sobrevivir en algunas partes del alimento que han quedado más frías y que no han cocido por completo.
El mismo doctor Kuhne ha apuntado la probabilidad de que los efectos de la exposición sean los causantes de los actuales mareos, las jaquecas, el cansancio y el debilitamiento de los sistemas inmunitario y nervioso central. Para corroborar este dato podemos citar un estudio europeo realizado con 8 personas que siguen un régimen macrobiótico, investigadores del Instituto Suizo de Tecnología y del Instituto Universitario de Biología y Medio Ambiente revelaron que los alimentos cocinados con microondas provocaban alteraciones en la sangre y las funciones inmunitarias de los individuos estudiados. Estas alteraciones incluían un descenso de los niveles de hemoglobina, un aumento de hematocritos y leucocitos (asociados al combate de las infecciones), un colesterol más elevado y una disminución en los linfocitos. Además de alterar la química sanguínea, los investigadores descubrieron que la comida cocinada con microondas aparentemente provocaba un aumento de la actividad de ciertas bacterias de los alimentos y que las células alteradas se asemejaban a fases patogénicas que ocurren en el inicio del desarrollo de algunos tipos de cáncer. Los científicos referían también a alteraciones biológicas en el propio alimento tratado con microondas, como un aumento de la acidez, modificación de las moléculas de proteínas, células de grasa mayores de lo normal y disminución del ácido fólico.
Todos estos datos que hemos seleccionado proceden de los primeros estudios serios realizados para conocer los efectos del uso del horno microondas. En vista de los resultados, cabría preguntarse: ¿vale la pena correr tantos riesgos? ¿por qué no seguir con métodos más naturales y sanos como la cocina de gas?
(Fuentes: "La nueva Cocina Energética" - Montse Bradford (Ed. Océano Ámbar) y "A Humanidade unma encruzilhada" - Michio Kushi y Alex Jack (Ed. Ume) /Traducción de Raquel Pozo).
El horno microondas cocina de forma inversa al tradicional. Mientras que cocinando con los métodos conocidos hasta ahora, los alimentos se hacen de fuera a dentro, el horno microondas realiza la misma operación de dentro a fuera. En otras palabras, los alimentos, bajo el impacto de las ondas electromagnéticas, se suelen cocer primero en su interior, y luego, el calor se transmite a la superficie.
El doctor en biología Andreas Kuhne rebate la afirmación de que la técnica microondas no altera negativamente la estructura química de los alimentos y conserva las vitaminas. Por ejemplo, el ácido fólico, vitamina del grupo B básica para la formación de la sangre e importante para el sistema inmunitario y el crecimiento, desaparece cinco veces más rápidamente en los alimentos tratados con microondas. También existen pérdidas considerables de las vitaminas B1, B6 y C.
El campo electromagnético que forman las ondas microondas puede alterar la estructura protéica de los alimentos de forma mucho más intensa que los métodos de cocción tradicionales.
Las paredes celulares de las verduras cocinadas con microondas, aparecen totalmente desgarradas vistas al microscópio.
El efecto de los campos electromagnéticos sobre la salud humana se halla muy poco estudiado. Cualquier fuga supone una exposición muy superior a la que nos tiene acostumbrados la naturaleza. Los hornos microondas vibran a más de dos millones de ciclos por sección (el equivalente a 60 hornos eléctricos), pudiendo esa intensa vibración afectar a la integridad celular de los alimentos y ser absorvida por quien los come. Además se ha descubierto que las bacterias de la salmonela, una de las principales causantes de intoxicaciones alimentarias, consiguen sobrevivir en algunas partes del alimento que han quedado más frías y que no han cocido por completo.
El mismo doctor Kuhne ha apuntado la probabilidad de que los efectos de la exposición sean los causantes de los actuales mareos, las jaquecas, el cansancio y el debilitamiento de los sistemas inmunitario y nervioso central. Para corroborar este dato podemos citar un estudio europeo realizado con 8 personas que siguen un régimen macrobiótico, investigadores del Instituto Suizo de Tecnología y del Instituto Universitario de Biología y Medio Ambiente revelaron que los alimentos cocinados con microondas provocaban alteraciones en la sangre y las funciones inmunitarias de los individuos estudiados. Estas alteraciones incluían un descenso de los niveles de hemoglobina, un aumento de hematocritos y leucocitos (asociados al combate de las infecciones), un colesterol más elevado y una disminución en los linfocitos. Además de alterar la química sanguínea, los investigadores descubrieron que la comida cocinada con microondas aparentemente provocaba un aumento de la actividad de ciertas bacterias de los alimentos y que las células alteradas se asemejaban a fases patogénicas que ocurren en el inicio del desarrollo de algunos tipos de cáncer. Los científicos referían también a alteraciones biológicas en el propio alimento tratado con microondas, como un aumento de la acidez, modificación de las moléculas de proteínas, células de grasa mayores de lo normal y disminución del ácido fólico.
Todos estos datos que hemos seleccionado proceden de los primeros estudios serios realizados para conocer los efectos del uso del horno microondas. En vista de los resultados, cabría preguntarse: ¿vale la pena correr tantos riesgos? ¿por qué no seguir con métodos más naturales y sanos como la cocina de gas?
(Fuentes: "La nueva Cocina Energética" - Montse Bradford (Ed. Océano Ámbar) y "A Humanidade unma encruzilhada" - Michio Kushi y Alex Jack (Ed. Ume) /Traducción de Raquel Pozo).
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